Juan Esteban, Kripties Colección
La reciente medida del gobierno italiano, que reduce el IVA aplicado a las ventas de arte del 22% al 5%, llega en un momento en el que necesitamos repensar cómo entendemos el arte más allá de las lógicas mercantiles. Aunque esta decisión, motivada por la necesidad de competir con Francia o Alemania, puede entenderse desde una perspectiva económica, desde Kripties Fundación consideramos imprescindible una reflexión profunda sobre lo que esta reducción significa realmente para artistas y sociedad.
Desde el punto de vista artístico, bajar el IVA puede abrir ventanas de oportunidad: más ventas, más alcance y, potencialmente, un público más amplio y diverso. Sin embargo, detrás de este atractivo aparente se esconden riesgos reales, como el peligro de que esta ventaja fiscal termine beneficiando solo a las grandes galerías, reforzando el elitismo artístico y dejando atrás a creadores emergentes y alternativos, que precisamente necesitan más apoyo directo.
A nivel social, esta medida también es compleja. Sí, abaratar el acceso al arte podría verse como un paso hacia la democratización cultural, pero el arte continúa siendo, para muchos, un lujo fuera de su alcance. Además, en tiempos donde los servicios sociales y los recursos públicos escasean, reducir impuestos al mercado del arte podría interpretarse como una elección injusta frente a otras urgencias sociales, desde el bienestar social hasta la educación pública.
Es crucial que no olvidemos que el arte vive un momento transformador. No estamos solo ante una cuestión de precio o fiscalidad, sino ante un desafío que exige redefinir la función del arte en nuestra sociedad: el arte como herramienta de integración social, como medio para mejorar la salud mental, como vehículo que conecta generaciones y comunidades diversas.
Por ello, desde Kripties proponemos un esfuerzo colectivo para aprovechar esta coyuntura más allá del simple mercado. Invitamos a artistas, gestores culturales, economistas y ciudadanía a debatir abiertamente sobre cómo usar esta reducción fiscal para impulsar programas que generen impacto social real: microbecas, espacios de creación inclusivos, proyectos comunitarios o iniciativas donde el arte se convierta en un escudo emocional contra las tensiones de nuestra era digital.
Más allá de competir fiscalmente con otros países, es el momento de competir en imaginación, en inclusión y en responsabilidad social. Aprovechemos esta medida no solo para vender más, sino para crear mejor. Porque solo así el arte cumplirá plenamente su verdadero propósito: transformar vidas.
Juan Esteban, presidente de Kripties Fundación e impulsor de TransArte.