Juan Esteban, Kripties Colección
¿Alguna vez has sentido que una obra te abraza justo cuando el mundo parece partirse en demasiadas batallas? Esa sensación de refugio no es casual. El arte, además de ser expresión y archivo, es escudo. No solo protege lo que somos sino que también lo revela.
Vivimos en tiempos sorpresivos. Donde acumulamos sin tocar y exponemos sin habitar. Un frenesí digital que lo acelera todo. El mismo arte que nos enloquece, nos recuerda el gesto lento, la pausa, el eco. Nos devuelve al cuerpo. El tiempo.
Estos días, leyendo sobre el aburrido y necesario Reglamento (UE) 2019/880 que entra en vigor este mes, consideraba que contiene una idea poderosa: proteger lo que nos vincula. Evitar que la representación de una memoria colectiva termine como adorno sin historia en una repisa o disco duro sin contexto. Ni piedras talladas, ni tapices ni máscaras rituales deberían cruzar fronteras sin trazabilidad, sin relato. Y lo que me llama la atención no es tanto la norma, sino lo que significa. Porque proteger una obra es cuidar su historia, y con ella, a quien la creó.
Me hace pensar también en el arte digital al que muchos aún miran con desdén y recelo. Pero también sangra; sin mancha. En la nube todo parece eterno aunque los archivos se corrompen, los NFT se queman y la IA arrasa sin pedir permiso. Hoy un meme, mañana patrimonio. La pregunta ya no es si vale lo mismo una vasija neolítica que una pieza glitch generada en una IA. La pregunta es si ambas nos hablan de lo que somos. Y si lo hacen, ¿quién las protege?
En Kripties tomamos partido. Desde las pequeñas cosas. Acompañar a nuevos artistas en un mundo por descubrir es un reto tan maravilloso como hacerlo en el duelo de los que migran del lienzo a la pantalla. No siempre es fácil cambiar de piel.
Y no estamos solos. Me inspiran historias como la de RestauraFem en Alemania, que rescató cientos de piezas sirias a través de pasaportes digitales verificables. O el proyecto Collective X en Grecia, que crea obra digital que se autodestruye si cambia de dueño sin registro. Arte que se defiende a sí mismo. Arte que dice basta.
Quizá suene exagerado hablar de arte como escudo. Pero el verdadero blindaje no está solo en el reglamento, sino en la comunidad que defiende el valor simbólico de cada pieza. En los gestos concretos. En las decisiones que tomamos cada vez que compartimos, vendemos o conservamos una obra.
Cada gesto cuenta. El tuyo.
Juan Esteban, presidente de Kripties Fundación e impulsor de TransArte.
Gracias, Pepa 🖤